jueves, 8 de agosto de 2019

13 rosas




                                            13 rosas                            
                                               A las claras
Por Pep Luis Grau

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Han pasado 80 años desde aquella ignominia y cada 5 de agosto recordamos a aquellas jóvenes fusiladas por el franquismo, 5 meses después de la Guerra Civil. 

Un crimen que nos da asco por lo que tiene de bestial y de tremendamente injusto. Trece jóvenes de entre 18 y 29 años, acusadas de un delito que no habían podido cometer porque ya estaban en prisión cuando ocurrió y sentenciadas a muerte por fusilamiento en un juicio sin ninguna garantía. Un caso más de represión criminal de una dictadura donde las desapariciones, los juicios sumarísimos y los asesinatos estaban a la orden del día.



A menudo escuchamos que en las guerras pasan estas cosas y que en todos los bandos hubo abusos y se produjeron situaciones de absoluta injusticia. No voy a negarlo. La guerra en sí misma es una barbaridad humanitaria y no puede tener ningún tipo de justificación. Pero estamos recordando unos hechos que se produjeron ya finalizada la guerra. Es un crimen franquista, producto del odio y de la venganza, como tantos otros que se produjeron a lo largo de los 40 años de la dictadura.

Pero las características de este hecho lo hacen muy especial y tremendamente terrible: todas las personas eran mujeres muy jóvenes, pertenecientes a una organización juvenil socialista. Y mueren justo por esto. Terrible.



Estos días, las redes sociales se han hecho eco del 80 aniversario de la muerte de las Trece Rosas y hemos tenido que leer comentarios ignominiosos que tratan de justificar su asesinato y de compararlo con otros hechos ocurridos durante la guerra. ¿Cómo podemos tolerarlo? ¿Cómo es posible que leyendo la historia con tanta parcialidad no nos demos cuenta del error que cometemos con esta manera de enfocarla? Nunca podremos ver la realidad del mundo en el que vivimos si no somos capaces de aproximarnos a nuestro pasado de una manera objetiva y crítica.




El franquismo fue un régimen terrible, que provocó miles y miles de muertes y desaparecidos. Esto son hechos reconocidos internacionalmente. Negarlo o justificarlo solo nos lleva a una sociedad enferma.




Sentir empatía por estas jóvenes asesinadas y reivindicar su recuerdo es síntoma de buena salud democrática. Y una obligación moral. ¡Por siempre!



Pep Luis Grau. Senador de PSOE por Castellón
EL MUNDON CASTELLÓN AL DIA 8 AGOSTO 19

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